viernes, 15 de abril de 2016

Recóndito




Dejó sus cosas sobre la mesa. Le dije que había andado un sentimiento mío robándome el aire de la merienda por extrañarla y extrañarla, y ella repuso para asombro de las flores (espectadoras) que ella era ella, luego tal vez había algún conmigo para sus tantas otras mujeres en su nombre y aquellas tantas ellas no me pertenecían. No. Me di cuenta que lo nuestro se andaba sin muchos para atraerse poco, superándose por encima de los dos en un ambos tan pobre como decir un cuarto de cada uno. ¿Alguien te ha robado acaso el romance de aquellas lagunas jugando a mar abierto?

Resta el silencio.

Y si quedan las certezas mordiendo una rabieta que no has sabido enjuagar junto a la ropa sucia, ropa de semanas en el canasto y sus lluvias imposibles de darnos cielo celeste afuera, entonces afloro con los elencos, afloro y dejo mi sol para quien quiera realmente abrir las nubes por sí mismo.

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